La Eterna Ciudad Roja

Nuestra ciudad. La ciudad de Sherezade. Exotismo que converge con misticismo. Olores, colores y sonidos que nunca antes habíamos percibido. Por supuesto, sabores también. Recetas transmitidas por una madre marroquí, en algún idioma a base de gestos, directamente hacia nuestros oídos. Desde septiembre, y hasta siempre, eso será Marrakech. Dejará de ser una mera ciudad en cualquier mapa para volverse algo etéreo, solamente cuando nosotros la pensemos. No hay fotografía que describa nuestras propias imágenes, nuestros recuerdos y nuestras vivencias: las mías contigo, las tuyas conmigo. Sí, eso será: La Eterna Ciudad Roja.

Experimentando con el pescado

A mi cocinero se le olvidó traer la cámara así que tiro de fotos con calidad pésima hechas con el móvil de mi compañera de piso. Es una pena no tener nada para enseñar los suculentos manjares que degustamos la semana pasada...

Así que voy a contar mi experiencia con el pescado:

Ayer descongelé unos lomos de bacalao que tenía y me puse a hacer experimetos, la verdad es que me salió algo bastante rico para no tener ni idea... La idea era hacer bacalao al pil pil, pero dio la casualidad de que no era lo que yo me imaginaba; me imaginaba que la salsa sería verde y, por lo que vi en internet, es más bien amarilla así que le eché mucho perejil y acabé haciendo un híbrido entre salsa verde y pil pil



Preparación del bacalao estilo Nerea:

Chorrito de aceite de oliva sabor intenso (este mes no me llegaba el dinero para el virgen extra) en una cazuela. Picamos un par de dientes de ajo y los añadimos al aceite para que se doren junto con una guindilla pequeña; cuando esté listo, ponemos el pescado en la cazuela y lo sofreimos un poquito por cada lado. Yo acompañé el bacalao con unas patatas panadera (redondas y finitas) que le eché justo a la vez que el pescado. Una vez hecho esto viene el chorrito de vino blanco, un poco de agua y el perejil recién picado. Dejamos que se termine de hacer el bacalao y las patatas mientras reduce la salsa. Por último, como descubrí que la salsa me quedaba bastante suelta se me ocurrió echar un poquito de harina diluída en medio vaso de agua fría para que engordase un poquito. Y éste fue el resultado...

¡¡A mi hermano también le gusta cocinar!!

Este es Pelayo cuando era más pequeñito, uno de los hombres de mi vida: mi hermano, que ultimamente está desmostrando más su amor hacia mi; y yo me derrito de lo mucho que le quiero.

Creo que le gusta cocinar. Bueno, la foto fue obra mía que lo disfracé un día asi, pero ahora que ya va siendo más mayor vamos descubriendo que le encanta ayudar en la cocina, a veces demasiado jajaja.

Sólo le falta comer un poquito mejor, aunque cada vez se esfuerza más por probar cosas; o al menos, lo que yo cocino...

Voy a recoger a mi cocinero a la estación. Espero que traiga la cámara para poder inmortalizar todas las ricas comidas de estos días y así actualizar por fin con nuevas recetas.

¡Saludos a todos desde tierras Palentinas!